En torno a los conversos «hidalgos» de El Castillo de Garcimuñoz
A continuación os copiamos un articulo de nuestro amigo Aurelio Pretel sobre los conversos del Castillo.
Publicado en la revista Patrimonio Historia y Humanidades, Revista del instituto de estudios conquenses. Número IV (2018)
Gracias amigo Aurelio, como siempre incansable.
En el siguiente enlace podéis también descargarlo si deseáis.
En torno a los conversos «hidalgos» de El Castillo de Garcimuñoz. IDEC 4, 2018, pp. 67-71.pdf
Hace apenas dos años Miguel Salas y yo presentamos un libro sobre Garcimuñoz en laBaja Edad Media1.
Uno de los aspectos que más me sorprendieron mientras lo redactaba fue el de los numerosos conversos procesados por los inquisidores a finales del XV, en una población donde se suponía que no había judíos desde cien años antes, según varios testigos. Pero, aunque, por supuesto, me referí al asunto en varias de sus páginas, tampoco era el momento ni el lugar de extenderme, ni tenía muchas más noticias que ofrecer más allá de las ya adelantadas por Yolanda Moreno, Parello, Dimas Pérez o García Moratalla, y las que se desprenden de algunos documentos que incluí en el apéndice. Sin embargo, después, y sobre todo al ponerme a estudiar el mismo tema en otra población(Alcaraz, Albacete), me han ido llegando noticias publicadas por diversos autores y he podido encontrar nuevos puntos de vista, que merece la pena compartir. En el siglo XIV existió, al parecer, en El Castillo una notable aljama, quizá desarrollada al calor de las ferias y el papel primordial de la villa en la ruta comercial entre los reinos de Castilla y Valencia a través del Señorío de Villena bajo Don Juan Manuel y el marqués Don Alfonso de Aragón, e interconectada con las de Huete y Cuenca, en el mismo obispado, y con la de Alcaraz, en el arzobispado de Toledo. No sabemos si era numerosa, pero sí que era rica, puesto que entre sus miembros conocemos los nombres de Don Zag el Leví de Alcaraz, los hermanos Samuel, Moisés y Yucef Abravalla, Salomón Najarí, Haym Abolex, Salomón Muñoz y Abraham Abensabad, grandes arrendadores de alcabalas y rentas del marqués o del rey, y quizá los Peralta, apellido que abunda en la de Valdeolivas, y que en Garcimuñoz es el de la familia del Doctor Pedro Sánchez del Castillo, un probable converso que brillará en la corte y en la audiencia de Enrique III de Castilla. Ni siquiera está claro el sitio en que pudiera estar la sinagoga ni la calle o el barrio de esta comunidad, aunque una tradición, que no se documenta, dice que sobre aquella se fundará más tarde una ermita o iglesia de la Inmaculada, que no puede ser otra que la del Hospital, en la Calle de La Virgen. El nombre de otras calles, como el de La Amargura, que suelen denunciar la presencia de casas de conversos, no aparece en la Baja Edad Media, por lo que es de creer se debieran al antisemitismo despertado en el siglo XVI, después de la actuación de los inquisidores, como probablemente ocurrirá también con la leyenda,que no se documenta, de que a Garcimuñoz le solían llamar “Garcijudea”.
Desde luego, parece que la aljama sobrevivió muy poco, si es que sobrevivió, a los pogromos de finales del siglo XIV, que acabaron con otras muchas comunidades hebreas de la zona. Moreno Koch la incluye entre las asaltadas por entonces, al igual que ocurrió con las de Huete y Cuenca, pero esta de Castillo de Garcimuñóz parece ser que no se recobró2.
Cierta Inés de Alcaraz y Olivares, procesada por los inquisidores a finales del XV, dice que en El Castillo -donde ella nació y se había criado- así como en Belmonte y Valera de Yuso, donde vivió casada,
ha muy grand tiempo, que memoria de omnes no es en contrario, que no a habido judíos mi juderías3. Rodrigo de Luz añade todavía que en vida de su abuelo, Juan Fernández de Luz, fallecido muy viejo en febrero de 1449, en la dicha villa del Castillo non auia judería, y el dicho mi auuelo era apartado de la conpannia de los judíos e malos cristianos4, de donde se deduce que quedaban algunos judíos, además de los médicos foráneos que hemos conocido. Otros seguirían practicando en secreto su antigua religión, como dice después la Inquisición respecto al propio Juan Fernández de Luz, que por su edad pudiera haberse convertido cuando aún era joven y del que los testigos y el fiscal aseguran que en su casa rezava oraçiones de judíos, sabadeando e diziendo en aquellas oraçiones Moysen pidio la ley al criador e diziendo rabi e otras palabras que mas non le podian conosçer por lo dezir secreto de manera que non pudiesen venir a conoçimiento de sus errores, fazia cabañuelas y metiase en ellas por el tienpo que los judios lo hacen y comia e beuia en ellas, y eso mesmo ayunaua el dia mayor çenando a la noche carne commo lo hazen los judios muncho judaizados, atauiandose con los tafelines atando los dedos con ellos, sacando de alli vna como nomina y leyala hazia la pared haziendo sus autos e gestos commo judío…5 Y, aunque en su testamento muestra ser buen cristiano y dice creer en Dios, la Santa Trinidad, la Virgen y los santos, pide ser sepultado en tierra virgen, como la tradición exige a los judíos. Un detalle que no pasará inadvertido para el inquisidor, que subraya este párrafo y escribe “tierra virgen” en el margen del mismo documento6.
Lo cierto es que a lo largo de este siglo XV las personas que luego veremos señaladas como judaizantes o conversas no se distinguen nada del resto de vecinos: los modestos y pobres son sastres, zapateros o carpinteros; los ricos tienen tierras, negocios y hasta oficios, no sólo del Concejo, sino de los señores y reyes sucesivos, compran enterramientos en capillas privadas de conventos e iglesias y a menudo mantienen sus armas y caballos presumiendo de hidalgos e incluso de la honrosa divisa de la banda y la espuela dorada, como ocurre con Juan González de Orihuela. Lo cual no impedirá que más tarde se diga en San Clemente que, aunque los herederos de Pedro Sánchez de Orihuela -el primer descendiente de este Juan que se vino a esta villa desde Garcimuñoz- cambiaron su apellido por Galindo, nadie los tubo ni pudo tener en opinión sino de judíos notorios y en esta villa públicamente le llamaban a la calle donde vivían los Origüelas la calle del amargura, que es en la que vive el pretendiente, de cuyo apellido uyan todas las familias nobles y limpias de esta villa…
De otro descendiente, Francisco de Astudillo, dirán que procedía por los cuatro costados de judíos, e incluso que se espanta que se aya atrebido a pretender el ábito un hombre que no tiene gota de sangre noble y tan pocas de sangre limpia, y que en quanto a su baronía, asta la ocasión desta pretensión, nunca avía oydo que Francisco Fernández [de Astudillo], el primero que vino aquí, era originario de las montañas porque solo para este efecto lo van entablando…
E igualmente se sabe que Fernán González de Orihuela, que era nieto del mismo Pedro Sánchez y de Aldonza Sánchez de Molina, penitenciada en Cuenca en 1493, tras haber confesado ser de estirpe judía, se casó con la hija de otra reconciliada, como era costumbre frecuente entre conversos. Y el mismo Pedro Sánchez de Orihuela fue hijo de Fernán Sánchez de Orihuela, escribano en la villa de El Castillo, y de una Peñafiel, Constanza, de un linaje de clérigos, letrados y escribanos, que ostentó cargos públicos a mediados del XV y que pudo tener el mismo origen, pues al menos Constanza y su madre, Catalina Alonso, casada con Alonso de Peñafiel, ardieron en la hoguera7.
Nada de esto aparece reflejado en nuestros documentos durante el siglo XV, pero a fines del mismo la Inquisición comienza a destapar supuestos casos de judaizantes -casi una veintena en los primeros años, según Moreno Koch- movida por denuncias que a veces son ajenas, pero otras proceden de las mismas familias… Y he aquí que buena parte de aquellas que ocupaban los oficios de alcalde y regidor (los tienen a largo de todo el siglo XV, y entre los “veinticuatro” designados para ello en abril de 1491 vemos a un Arboleda, tres Piñán, un Molina, un Santa Cruz, dos o tres Alcaraz y un Castillo -enlazados, además, entre ellos y con otros, mediante matrimonios- y a cierto Juan de Tébar, al parecer pariente de la esposa de uno de los Piñán, de escribano de cámara. Cuentan entre sus miembros a algún reconciliado, cuando no relajado y entregado a la hoguera, si bien muchos de ellos conseguirán después “demostrar” su limpieza e incluso su hidalguía, a menudo por el procedimiento de sobornar testigos, falsificar papeles y usar sus influencias ante los tribunales, muchos de cuyos cargos, abogados, relatores y oidores también eran conversos8, cuando no ante la misma Inquisición, que estaba corrompida y sometida en muchas ocasiones a los poderes fácticos y al Consejo Real9. A veces llegarían a inventar ancestros tan “exóticos” como los de Francisco del Castillo, hijo del conocido Castillo del Arzobispo, que asegura venir de un caballero“inglés”, pariente nada menos que del célebre don Beltrán de Claquín, que había combatido contra Pedro I, y de un tal Fernando González de Piñán, del que se dice era hidalgo montañés, aunque lo cierto es que era también converso –por lo menos sabemos que Diego de Piñán, que casó con Catalina de Tébar, fue “seboso” de un bando mayoritariamente compuesto por conversos- y amigo del famoso Fernando del Castillo, alcaide de Alarcón, y que este mismo alcaide había rechazado a uno de los hijos de Pedro de Piñán, que quería casarse con su hija, por ser cristiano nuevo10. A pesar de todo lo anterior Francisco afirma que ni ay memoria de ombres ni fama ni de oydas que los dichos mis padres, aguelo ni visaguelo desciendan de linaje de judíos nuevamente convertidos, ni de linaje de moros, y por esto yo puedo jurar lícitamente que soy cristiano viejo11.
Aunque esta desmedida pasión por demostrar la limpieza de sangre y la ascendencia de abuelos conocidos tampoco es exclusiva de los judeoconversos, en un tiempo en que muchos sedicentes hidalgos dicen que sus ancestros vienen de las montañas de Burgos o Cantabria, cuando no, como quieren los Perona-Rosillo en San Clemente12, de un ilustre caballero francés que llegó de Peronne, en el Norte de Francia, al servicio de Blanca de Borbón, desgraciada mujer de don Pedro el Cruel; incluso se remontan, como hacen los Balboa de la villa de Hellín, a un patricio romano, Lucio Cornelio Balbo. Hace poco, en febrero de 2018, Don Rodrigo de Luz, un documentalista descendiente de una de estas familias de El Castillo y autor de una magnífica y documentadísima obra sobre la rama granadina de los Luz o De Luz en época moderna13, ha dado a conocer un primer anticipo14 de un trabajo más amplio que prepara,
quejándose, entre tanto, de la “caza de brujas” emprendida por los “cazaconversos” -a mi modo de ver historiadores serios en su gran mayoría- y poniendo en cuestión la credibilidad de las acusaciones contra estos supuestos judaizantes, que, en efecto, podrían ser debidas a los odios políticos, querellas familiares y las simples envidias de vecinos, en un clima asfixiante de sospecha y fervor religioso y de ajuste de cuentas entre los partidarios del Marqués de Villena y los Reyes Católicos en la cruenta guerra que trajo a éstos al trono. Creo que no le falta su punto de razón: salvo casos concretos, nadie puede afirmar -aunque a veces las pruebas e indicios sea cumulen- que una familia tenga orígenes judíos y menos todavía que lo siguiera siendo después de convertirse. Pero menos aún demostrar lo contrario y, por lo que yo mismo he podido observar en casos semejantes y por lo que publican autores como María Pilar Rábade, Baltasar Cuart Moner o Enrique Soria Mesa, hay muchas más mentiras en las exculpaciones y en las genealogías que presentan tanto los procesados como sus descendientes, que en las acusaciones formuladas contra ellos. Y, desde luego, el hecho de que se paralice e incluso finalice de forma favorable una probanza de limpieza de sangre tiene menos que ver con la verdad que con la bolsa llena y la capacidad del pretendiente para falsificar, sobornar, cohechar e incluso asesinar a personas incómodas, como Garcí Martínez, un cura de Alcaraz al que mataron y robaron las pruebas que traía respecto a la familia de un colega suyo, hijo de la famosa doña Oliva Sabuco, en 163015.
Por eso, sin dar crédito a todas y cada una de las imputaciones, yo me inclino a pensar que en su gran mayoría no carecen de cierto fundamento. Idea que confirman los estudios de Ignacio de la Rosa Ferrer sobre los “hijosdalgo” descendientes aquellos que fueron procesados o se reconciliaron, esparcidos por otras poblaciones. Muy en particular por San Clemente, en cuya iglesia había bastantes sambenitos de familias que habían venido de El Castillo, enlazadas con otras no menos sospechosas, aunque tampoco faltan las bodas con hidalgos. Algunos todavía serían quemados por herejes, como Luis Sánchez de Orihuela en 1517, o acusados al menos de blasfemias y cripto judaísmo, como el regidor Francisco del Castillo Hinestrosa, que no ocultaba ser judío de señal, o descendiente de judíos de señal16.
Tanto de los Castillo y Orihuela como de Juan Fernández de Luz y su familia me ocupé en su momento, siguiendo a Dimas Pérez y Vincent Parello, y transcribiendo algunos documentos inéditos. Pero ahora, sin ánimo de volver a quemarlos o enjuiciarlos -al contrario, me siento mucho más cerca de ellos que de la Inquisición, y no creo que ser judío o judaizante fuera ningún baldón-, habría mucho más que decir al respecto, después de lo que aporta Ignacio de la Rosa sobre sus descendientes y ramificaciones17. De otros convecinos, como los Olivares, Alcaraz y Piñán, solamente tenía mis sospechas, que ahora se confirman al saber, por ejemplo, que la hija del rico arrendador y escribano del rey Alonso Sánchez de Alcaraz, Inés de Alcaraz y Olivares, cuyo caso se vuelve a reactivar a instancias del fiscal en 1513, fue acusada de no guardar las Fiestas ni acudir a la iglesia cuando venía a dar a luz en El Castillo en casa de sus padres, de lavar con sal y agua y quitar todo el sebo a la carne, de echar pellas de masa al fuego al cocinar, comer carne en cuaresma y no comer tocino, “sabadear” rezando de cara a la pared, hacer las cabañuelas típicas del sukot, rodearse de judíos a los que confesaba que ella también lo era y quería casar a sus hijas con ellos y de decir que no había “sino nacer y morir” -acusación frecuente, que responde más bien a un materialismo anti espiritualista que encontramos también en otros casos-. Ella se disculpó de no asistir a misa alegando que estaba embarazada y la Iglesia de San Juan de El Castillo quedaba un poco lejos, con muchos escalones, aunque iba ala capilla privada que el linaje tenía en su vivienda con licencia del Papa. Pero el resto de las acusaciones no parece que fueran fáciles de excusar, salvo por malquerencias por la vinculación de su padre al Marqués. También será acusado su marido, el hidalgo Alonso de Iniesta Hinestrosa, escudero del mismo Juan Pacheco, comendador de la Orden de Santiago y Señor de Valera de Yuso, Solera y Olmeda, aunque él escapará con dos compurgaciones y con mucho dinero que su hermano, Diego de Iniesta Hinestrosa, arcipreste de Alarcón y prior de la Colegiata de Belmonte, dio a los inquisidores, pese a las reticencias del fiscal18. Y sabemos que su hija, María de Hinestrosa, que heredó el Señorío de Valera y tendría además el de Perona, se casó con Alonso del Castillo, hijo del ya citado Francisco del Castillo y hermano de Diego del Castillo, que también fue procesado. Aunque esta familia, que desciende a la vez de los Piñán, inventará una genealogía que la hace descendiente de un supuesto Lope Martínez del Castillo Macacho, nieto del castillero Clemén Pérez de Rus, el caballero que fundó San Clemente19.
De esta forma, Castillos, Orihuelas y algún otro linaje llegado de El Castillo, mezclados con hidalgos más o menos auténticos, o tan falsos como ellos, como son los González de Alcaraz de Albacete y los Rodríguez de Alcaraz hellineros, figuran al nivel de la de Juan de Haro y la rama menor de los Pacheco en la lista que hace el licenciado Villanueva Merchante de los nobles, señores e hijosdalgo, que había en San Clemente a mediados del siglo XVII20. Y, aunque algunos presentan documentos auténticos, como los testamentos que sus antepasados hicieron cuando aún no importaba su ascendencia y podían presumir de su hidalguía porque sus bisabuelos fueron armados caballeros, esto no significa que no fueran conversos o hijos de conversos -conocido es el caso de Alfonso Álvarez de Toledo, que lo fue por servicios que su padre hizo al rey después de convertirse-. Todo ello sin contar con que “la veracidad de las ascendencias hay que tomarla con cierta prudencia”, como dice caritativamente Ignacio de la Rosa. Otros, como los nietos y biznietos del citado Juan Fernández de Luz, no podrían hacerlo, porque éste fue pechero y con fama de no muy buen cristiano, como ya señalamos, y ostentó los oficios del Concejo antes de que Pacheco pervirtiera las viejas ordenanzas que impedían hacerlo e incluso vivir en El Castillo a quienes no pecharan, aunque fueran hidalgos. Pero no faltarán testigos complacientes dispuestos a jurar que la familia jamás contribuyó en los pechos del Rey o del Concejo, de manera que Pedro y Rodrigo de Luz, sus descendientes, podrían pleitear en la Chancillería de Granada contra los municipios en los que residían, Villalgordo y Villarejo de Fuentes, que insistían en que siempre habían sido pecheros y, después de un litigio de 35 años, obtendrán la preciada ejecutoria en la que se reconoce su hidalguía en 157821. También los Melgarejo conseguirán la suya pleiteando contra los de Santa María de Los Llanos, Montalbanejo, Honrubia y Alconchel, los lugares en los que se asentaron o fueron hacendados, aunque son descendientes de Rodrigo de Mula22, que fue recaudador y criado del marqués Juan Pacheco y su mano derecha en sus turbios negocios: de su hijo Juan -casado con Juana de Arboleda, la hija del Doctor Arboleda, de un linaje también afecto a Juan Pacheco y a los mismos manejos, que tenía parientes por lo menos en Chinchilla y Villena, de los cuales al menos Diego, Luis y Gonzalo de Arboleda parecen haber sido quemados en estatua en 1502- y Teresa -la abuela, vecina de El Castillo, lo había sido ya a finales del XV- y del nieto, Francisco Melgarejo que se casó con Juana de Alcaraz y Olivares23, apellidos que ya lo dicen todo de ella-. Y es que aquí, como en tantos lugares de Castilla, la nobleza de muchas casas aristocráticas del siglo XVI se construye “adornando” o “reinventando” las raíces del árbol genealógico y enterrando bajo ellas las cenizas de los antepasados.
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Notas:
[1] PRETEL MARÍN, A. y SALAS PARRILLA, M.,
Garcimuñoz Medieval: la villa y el castillo del siglo XII al XV
.Aytº. de Castillo de Garcimuñoz, 2016
[2]MORENO, KOCH, Y. “La comunidad judaizante del
Castillo de Garcimuñoz: 1489-
1492”, Sefarad, 37 (1977), pp.351-371. ROMERO SÁIZ, M., Los judíos en la provincia deCuenca. https://agoracuenca.
[3] ROMERO DOMÍNGUEZ, El Hospital de Santo Tomás, La Capilla de San Pedro y San pablo de la colegiata de Belmonte, Marbella, 2003. p. 44- 45.
[4] DE LUZ LAMARCA, R., El marquesado de Villena o el mito de los Manuel, Diput. Cuenca, 1998, pp. 117-118.PRETEL y SALAS,
Garcimuñoz medieval, pp. 100-101,134-135 y Docs. 28,95 y 99.
[5] DE LUZ LAMARCA, R., El marquesado de Villena o elmito de los Manuel, Diput. Cuenca, 1998, pp. 117-118.PRETEL y SALAS, Garcimuñoz medieval, pp. 100-101,134-135 y Docs. 28,95 y 99.
[6] LÓPEZ ÁLVAREZ, A. Mª, y BENITO IZQUIERDO, R.(Coords.), Juderías y sinagogas de la Sefarad medieval, UCLM, Toledo, 2003, pp. 51, 170, 497 y 591. PRETEL ySALAS, Garcimuñoz medieval…, pp. 135 y 343.
[7] PRETEL y SALAS, Garcimuñoz medieval…, pp. 140,166, 208, 223-224, 272; Doc. 86, 98, etc. DE LA ROSA FERRER, I., “Los Origüela de San Clemente: Astudillos yPiquinotis”, en https://historiadelcorregimientodesanclemente.blogspot.com.es/2015/09/.
[8]SORIA MESA, E., “Burocracia y conversos. La Real Chancillería de Granada en los siglos XVI y XVII”, en Aranda Pérez (Coord.) Burocracia, juristas y burócratas en la España Moderna, 2005, pp. 107-144. Se aventura a decir que la Chancillería de Granada parecía “un nido de conversos”.
[9] Véase, por ejemplo, como usa su influencia el abogado don Gabriel de Pareja y Quesada, que tiene cuatro o cinco herejes judaizantes en su genealogía, para ser admitido como miembro del mismo Santo Oficio y obtener su patente de limpieza de Sangre. PRETEL MARÍN, A. Los judeoconversos de Alcaraz…, pp. 73, 85 y sigs. Y otro tanto consiguen, por ejemplo, los Santacruz de Huete, que serán reputados por hidalgos a pesar de tener a varios judaizantes condenados en su genealogía. PORRAS ARBOLEDAS,P.A., “Nobles y conversos, una relación difícil de serentendida”, p. 203-224, 222.
[10] DE LA ROSA FERRER, Historia del corregimiento de San Clemente. PRETEL Y SALAS, Garcimuñoz medieval, pp. 133 y 248.
[11]http://palomatorrijos.blogspot.com.es/2015/12/conversos-y-judaizantes.html.
[12] DE LA ROSA FERRER, I., Los hidalgos de la villa deSan Clemente, 2018.
[13]DE LUZ CARRETERO, R. “El linaje De Luz durante el proceso de conquista y organización de la Granada moderna”, en Fernández Valdivieso (coord.) Los linajes nobiliarios en el reino de Granada, siglos XV-XIV, Granada
[14]https://www.researchgate.net/publication/323445999.
[15] PRETEL MARÍN, Los judeoconversos de Alcaraz…, p.83.
[16]PARELLO, V., “Los Castillos ante el tribunal de la Inquisición de Cuenca”, p. 26.
[17]DE LA ROSA FERRER, I., “Los Origüela de SanClemente”, y “Los Hidalgos de la villa de San Clemente”, publicadas en red en https://uam.academia.edu/IgnacioDeLaRosaFerrer (2018).
[18] ROMERO DOMÍNGUEZ, El Hospital de Santo Tomás… p. 44- 45.
[19] DE LA ROSA FERRER, “Los Origüela de SanClemente…”
[20]DE LA ROSA FERRER, I., “Los Hidalgos…”
[21] DE LUZ LAMARCA, El marquesado…, pp. 417-466.
[22]DE LA ROSA FERRER, I., “Los Melgarejo, una hacienda familiar nacida del servicio, el mérito y la especulación”. https://www.academia.edu/36568925/.
[23]BLÁZQUEZ MIGUEL, J., “Catálogo de los procesos inquisitoriales del Santo Oficio de Murcia”, Murgetana,LXXXIV, Murcia, 1987, p. 45). PRETEL y SALAS, Garcimuñoz medieval…, pp. 173 y 224