A los treinta e dos capítulos dixeron: que de los hechos más señalados que en esta tierra han acontecido fue la guerra que el conde de Paredes, llamado don Jorge Manrique, hijo de don Rodrigo Manrique, maestre de la Orden de Santiago, hizo en ella; la cual por haber sido tan insigne por haber muerto en ella el dicho conde cerca de las puertas de esta villa, e por que la Historia de rey don Fernando, en el capitulo centésimo de ella, aunque la toca no la cuenta por extenso, e por ser cosa que de padres a hijos ha venido de mano en mano paresció relatarla, porque de ello quede perpetua memoria.
La cual fue de esta manera.
Que como el Marqués de Villena, don Diego López Pacheco, hijo del maestre don Juan Pacheco, fuese señor de ella vino contra el dicho don Jorge Manrique, con ocasión de reducir esta villa con las demás del Marquesado de Villena a la corona real; e teniendo el dicho don Jorge Manrique asentado su real en la villa de Santa Maria del Campo, a dos leguas pequeñas de la villa, el dicho don Jorge Manrique salió a correr la tierra de esta villa de partes de tarde y llevando recogidos muchos ganados e bestiage e presos, vino hasta esta villa cerca de ella a un tiro de arcabuz, donde agora llaman Camino de la Nava, aldea de esta villa, hacia la parte del medio día; y allí entre ciertas viñas e matas, habiéndole hecho una emboscada los de esta villa e tierra, trabaron una escaramuza que duro hasta la noche, e allí fue herido don Jorge Manrique, el general, de una lanzada que le dieron por los riñones al tiempo que yéndose a abaxar por un ribazo abaxo se inclino, e por la juntura que hace las corazas entre el arzon trasero de la silla quedo descubierto aquella parte, e por allí fue mal herido, de la cual herida desde a pocos días murió en la villa de Santa Maria del Campo; lo cual sabido por el Marqués de Villena, otro día de mañana, después de la herida, le envió a visitar el dicho Marqués de Villena, don Diego López Pacheco, con un caballero de su casa a dalle el pésame de su herida, y le envió dos zurujanos muy diestros, a los cuales uno llamaban Máse Rodrigo y al otro Mastre Lorencio, que lo curasen.
Quien lo hubiese herido no se sabe, más de que unos dicen fueron de la gente del Marqués, y otros dicen que de los suyos, que como era ya de noche no se pudo entender.
Su cuerpo fue llevado al convento de Uclés donde esta enterrado a los pies de su padre el maestre de Santiago don Rodrigo Manrique; e por la muerte del dicho don Jorge, en el lugar donde le hirieron, fue puesta una cruz que hasta hoy se llama la Cruz de Don Jorge.
En estas guerras hubo muchos presos e cautivos de todas partes, y los capitanes de los Reyes Católicos prendieron mucha gente de los del Marqués, e mandaron ahorcar seis hombres de ellos. Visto por la gente de armas y los capitanes del Marqués la justicia que se había hecho, prendieron otra mucha gente de la de don Jorge, e de ellos mandaron ahorcar otros seis hombres, que les cayese por suerte.
Acaesció que una de las suertes cayo a un escudero, vecino de Villanueva de la Xara, que dicen habría cuarenta e cinco años, casado e con hijos, el cual tenia un hermano que estaba preso con el, mozo de hasta veinte e cinco años.
Visto por el hermano menor mozo que la suerte le había caído a su hermano mayor casado, y que había de morir, dixo a su hermano mayor que el quería morir en su lugar, porque no podría sufrir la pena que ternía en su muerte e carescer de su vista.
El hermano mayor le respondió, que no plugiese a Dios que el padesciese por el, antes el quería sufrir con paciencia su muerte, pues Dios había sido servido que muriese de tal manera, y pues el no había gozado de los bienes de esta vida, y el era de más edad que el quería morir, y solamente le encomendaba su mujer e hijos.
El hermano menor replico: «Hermano; vos sois casado; tenéis mujer e hijos pequeños, los cuales quedarían sin abrigo. Más vale que muera y dexe temprano la tribulaciones de esta vida, pues de mi muerte no viene a otro daño sino a mí».
Al fin venció el menor al mayor, e por grandes ruegos que hizo al capitán fue degollado, y quedo vivo el mayor.
Llamabanse estos hermanos Talayas, e hoy día hay de este apellido en Villanueva de la Xara