Los castillos de Castillo de Garcimuñoz

Los Castillos

Por Michel Muñoz

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FIG. 1. Castillo de Garcimuñoz en una fotografía de la década de los años 60 del S. XX (sacada del libro, Un Castillo para Recordar, Junta de Castilla – La Mancha)

El municipio de Castillo de Garcimuñoz se encuentra enclavado en plena Mancha conquense. Goza de un lugar estratégico y de dominio del paisaje al situarse en una loma sobre la llanura, lo que le confiere un indudable y singular atractivo añadido. Está situado en plena A-3, autovía que une la capital de España -de la que apenas dista 160 kilómetros-  y todo el Levante español. Fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico, por el Decreto 169/2002 de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Además su fortaleza es BIC con categoría de monumento a partir del decreto génerico de 1949 en que todos los castillos y fortalezas de España pasaban a considerarse como tal.

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FIG. 2. Interior del patio de armas del Castillo de Garcimuñoz el cuerpo de fábrica 4 de la muralla en primer término.

LAS INTERVENCIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA FORTALEZA Y EL ORIGEN DEL CASTILLO DE GARCIMUÑOZ.

Las primeras referencias seguras sobre una fortaleza en Castillo de Garcimuñoz se remontan al S. XIV, concretamente a los tiempos del infante D. Juan Manuel. Por sus propias palabras sabemos que en 1315, comenzó a amurallar el alcázar de yeso  o que en él otorgó testamento el 14 de agosto de 1340 y guardándolo en la torre de mio alcaçar de Castiello. La existencia de este “alcázar de yeso” viene reiterada por las Relaciones Topográficas de Felipe II donde se dice que el castillo actual se construyó por D. Juan Pacheco  sobre la fortaleza antigua de yeso[1]. Este material cuando se usa como fábrica implica el uso de técnica de encofrado o tapial.

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FIG. 3. Ejecución de un muro de tapial y componentes de la propia tapia según el Arte de la Albañilería de Juan de Villanueva. 

El tapial puede también utilizarse con masa terrera o con mezcla de cal y arena, variedad que recibe el nombre de tapial calicastrado.  La mezcla con yeso en ocasiones  va acompañada de cantos o mampuestos irregulares, dando lugar a la variante de cal y canto o cal y mampuesto, como en el caso del Alcázar de D. Juan Manuel en Castillo de Garcimuñoz

Este tapial es  una técnica ya conocida y usada durante la época romana que no se extingue durante el periodo visigodo, como demuestran algunos ejemplos de la propia Recópolis o algunos edificios excavados en el Vega Baja de Toledo[2]. De hecho, este modo de construir es recogido por las Etimologías de San Isidoro. En el libro XV, Acerca de los Edificios y los Campos, se dice en su punto 9:  Formatum o formacium, o muro de adobes, es el nombre es que se da, en Africa y en Hispania, a las paredes construidas de tierra. Dispuestos dos tablones a ambas partes, según la forma de la pared, entre ellos se va formando la pared apretando la tierra en vez de emplear los adobes ya hechos previamente. Se mantienen durante largo tiempo inalterables a los vientos y son más duros que el fuero y que todo el cemento. Y sin duda, se está refiriendo a edificios militares pues el dicho punto 9 se titula Sobre las Defensas[3]. Pero más elocuente es que el término “tapia” proceda de la palabra árabe  tabiya, que según André Bazzana derivaría de deriva de los vocablos toub y otob[4]. Ello es una muestra del gran éxito y difusión  alcanzado por las técnicas terreras a partir de la dominación islámica.

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FIG. 4. Interpretación en color de las fases constructivas de la Fortaleza de D. Juan Pacheco, Marqués de Villena. 

Del mismo modo, es todavía habitual en la bibliografía atribuir el término “tapia” al material con el que está hecho, es decir a la masa de mezcla, cuando en realidad se está refiriendo a la propia técnica. El proceso del tapial terrero  es descrito por Ibn Jaldún en el S. XIV de la siguiente manera:

(…) Se sirve para esta operación de dos tablas cuya longitud y anchura varían según los usos locales: pero sus dimensiones son, en general, de cuatro codos por dos. Se colocan estas tablas (a lo largo) en los cimientos (ya abiertos) observando el espacio que debe separar entre ambas, conforme a la anchura que el arquitecto ha juzgado dar a dichos cimientos. Se mantienen entrelazadas por medio de travesaños de madera que se sujetan con cordeles o lazos; se cierra con otras dos tablas de pequeña dimensión, el espacio vacío que queda entre (los extremos) de las tablas grandes, y se vierte allí una mezcla de piedra y cal que se apisiona enseguida con pisones hechos a propósito para este fin. Cuando esa masa está ya bien comprimida, y la tierra suficientemente amalgamada con la cal, se agrega todavía de las miams materias, una y otra vez, hasta que aquel vacío quede totalmente colmado. Las partículas de piedra y cal se hallarán entonces tan bien mezcaldas que forman un solo cuerpo compacto. Luego se colocan esas tablas sobre la parte de muro ya formada, se repite la operación y así se continúa hasta que la masa de tierra y cal, ordenadas en líneas superpuestas, formen un muro de cuyas partes totalmente agñutinadas, como una sola pieza. Este género de material se llama “tabia” (de atoba o adobe): el obrero que lo hace se designa con el nombre de “tawab” [5] (tapiador)

Es cierto que es una técnica versátil y rápida, más célere que la piedra. Los testimonios de ellos son tanto explícitos como metafóricos: en el Musnad de Ibn Marzuk se lee que los príncipes meriníes se jactaban de construir murallas de tierra por encantamiento[6].  El cronista Hernando del Pulgar narra como en el sitio de Baza (1488-89), sus habitantes construyeron en una sola noche la primera hilada de encofrados de un castillo de tapia, con el fin de contrarrestar el que Fernando el Católico estaban levantado en madera en la cuesta de Albohacen[7].

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FIG. 5.  Restos del Alcázar de D. Juan Manuel en el patio del Castillo del Marqués de Villena.

Y en tapial de yeso y mampuesto se han hallado restos de una fortificación interior, sobre el antiguo patio de armas del Castillo. Han sido estudiados por Joaquim Parcerisas Civit[8] dentro de los trabajos previos que se llevaron a cabo antes de comenzar el proceso de rehabilitación. En realidad, no fueron exhumados por este, sino la historia de su excavación vienes de más atrás, pues los mismos aparecieron en el año 1976[9], cuando el párroco de entonces se decidió a trasladar el cementerio municipal que allí se ubicaba desde 1835[10].  Recientemente  también ha habido una intervención en el llamado patillo de entrada, durante el proceso de restauración, que fue dirigida por la arqueóloga Soñia López Melón[11]. Otra intervención anterior a Parcerisas fueron los trabajos de Juan Carlos Guisado de Monti, María José Bernaldez y Carlos Regulez.

Por la lectura de la memoria final de intervención previa, se intuye que Parcerisas Civit tuvo como objetivos la definición de  una alcazaba árabe de la que hablaba la erudición local[12] y la identificación del  alcázar de D. Juan Manuel, que se menciona – entre otras muchas fuentes – en la Escritura de fundación del monasterio de San Agustín, fechada en 1326[13]. El concluye que ninguno de los dos edificios tuvo existencia alguna. Para él, lo hallado se trata de un fragmento urbanístico con una muralla que dispone  tres torres adosadas, antemural y edificios apoyados  a su lado intramuros, que con el tiempo acabaron por invadir la liza entre la barbacana y el muro principal[14].

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FIG. 6. Localización de las fábricas calicastradas sobre planta de Parcerisas Civit. De derecha a izquierda: tapial calicastrado junto a la puerta de acceso al Alcázar, fábrica de las mismas características junto a la escalera del distribuidor y restos de una composición similar en el patillo de entrada.  Debajo: tapial calicastrado junto a la puerta de acceso al Alcázar (en segunda línea a la izquierda), fábrica de las mismas características junto a la escalera del distribuidor (a la derecha) y restos de una composición similar en el patinejo de entrada (en tercera línea a la izquierda).

Por nuestra parte, si vemos una muralla precedente en el trazado identificado por Parcerisa Civit, pero no se trata de la que él señala, construida en encofrado de yeso y mampuesto, sino de la que se localiza bajo ella.  Esta última se ejecutó en tapia calicastrada, donde se aprecian tongadas intercaladas en tierra anaranjada y yeso blanco. Se localiza en estos puntos:

  • A intramuros de la puerta de acceso al recinto identificado por Parcerisas Civit.
  • A Intramuros junto a la escalera de accesos a pisos superior que se encuentra junto a la poterna que da a la liza.
  • En el patinejo de acceso
  • Y además, se aprecia su derrumbe y ruina entre el material terrero que sujeta el suelo de cal UE 10018 identificado por López  Melón.

Todas estas estructuras se localizan bajo los cuerpos de fábrica de las cortinas defensivas que protegían todas las habitaciones interiores excavadas en el patio. Como hemos ya señalado, las mismas se realizaron en encofrado de yeso y canto. Respecto al tapial calicastrado anterior, es un técnica que algunos autores lo llevan al S. XI sin mucha seguridad y  fechándose más firmemente en el S. XII. Es el caso de un antemural del Alcázar de Calatrava la Vieja[15]. Los ejemplos más abundantes se sitúan ya en la Baja Edad Media, pero  ese no es nuestro caso, ya que las estructuras que lo amortizan han sido bien fechadas a partir  del S. XIV, por el material arqueológico asociado a las mismas. Por ello, se abre la posibilidad de que se trate de una muralla perteneciente a la primitiva población islámica – el castillo de la Vega de Hamal – que ven José Antonio Almonacid Clavería y Miguel Salas Parrilla. Es mencionada por el cronista árabe  Ibn Sáhib Al-Salá, cuando  narra las incursiones de los almohades en las tierras conquenses durante la segunda mitad del  siglo XII – hacia 1172 -. Textualmente se dice:

“…. cuando amaneció dominaban ya los primeros campos poblados del país de los cristianos, en un lugar de la vega de Hamal, donde había un castillo habitado por ellos, que les fue arrebatado tan pronto como lo divisaron y llegaron a él los expedicionarios, pasando a cuchillo a su guarnición y haciendo prisioneros a sus mujeres e hijos; el castillo fue demolido y convertido en campo raso…”

No obstante, el origen de Castillo de Garcimuñoz es más pretérito, pues también lo demuestran las excavaciones de López Melón. En sus trabajos sobre el patio o patillo de entrada de la fortaleza del S. XV, exhumo un muro anterior sobre el que se apoyaba misma la fábrica de tapial calicastrado y, además, se fecho por una cerámica con decoración del tipo de Medina Azhara, que se fecha entre los S. X y XI.,

EL ALCÁZAR DE D. JUAN MANUEL.

Según las Relaciones de Felipe II, el origen de la nomenclatura y topónimo  Castillo de Garcimuñoz se debe a un caballero del mismo nombre, muy allegado al rey Alfonso VIII, cuyo nombre aparece en varios documentos conservados. Este hipotéticamente ocuparía la fortificación preexistente. Si realizó alguna obra de fortificación, todavía no tenemos constancia alguna.

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FIG. 7. Muros del distribuidor del Alcázar de D. Juan Manuel donde se conserva el laberinto grabado en yeso.

Lo cierto es que en 1315, D. Juan Manuel, señor de la villa, dice que amuralló el Castrum de Castello. Este término de Castrum no coincide con el que designó a su morada fortificada, para la que empleaba la palabra Alcázar, por ello, pensamos que en el primer caso se está refiriendo a la propia población de Castillo de Garcimuñoz. El dicho término de Castrum no es nada preciso, pero en algunos documentos plenomedievales, se refiere a poblaciones pequeñas o medias, que disponían además de sus propias instituciones concejiles. El hecho de que esta población manchega estuviese bajo la jurisdicción de Alarcón, no es óbice para que  sus boni homini se organizaran entre ellos y hablasen con voz propia.

Aunque es cierto que gran parte de los restos de la muralla urbana localizada en Castillo de Garcimuñoz, se levanta en encofrado de cal y yeso, nosotros si identificamos el Alcázar de D. Juan Manuel con los restos del patio del castillo. Pensamos que espacios tan amplios y señalados (UF 11 y 5), un recibidor con escalera a pisos superior (UF 6)  y organizados en torno a un patio (UF 7), difícilmente pueden extrapolarse de una  construcción noble en una villa señorial no demasiado extensa. Por otro lado, sólo un poder político como su legítimo señor feudal tiene capacidad en el S. XIV para perforar la muralla y construir un portillo en medio como el que hay en el cuerpo de fábrica 2.

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FIG. 8. Excavaciones arqueológicas en el interior del patio de armas con división en cuerpos de fábrica y unidades funcionales. Para estas últimas se ha procurado respetar la numeración dada por Parcerisas Civit para los “ámbitos” exhumados. En rojo vino se han destacado los cuerpos de fábrica 6 y 7 que constituyen parte de la barrera construida a fines del S. XIV por Alfonso de Aragón. Nótese como se apareja entre ellos la entrada a la liza. La muralla principal dispone de una torre cuadrangular más o menos completa (T. 3) y los resto de otra (T. 5) cortada por el cuerpo de fábrica 24      y la torre 27 que ya pertenecen al castillo señorial levantado en el S. XV.

Sin embargo, no es necesario apoyarse en argumentos razonables, cuando existe una prueba documental definitiva: entre 1388 y 1389 consta que el tesorero del Señorío de Villena – al que pertenecía entonces esta villa – pago ciertas obras en los castillos de Alarcón, Cañavate y Castillo de Garcimuñoz. En este último las cantidades incluyeron la barrera de la fortaleza[16]. Y parte de una barrera con su liza es lo que documenta Parcerisas Civit en sus trabajos. Esta no es otra que la integrada por los cuerpos de fábrica 6 y 7 en torno a la torre 3. Dicho y hecho, el alcázar de D. Juan Manuel ha reafirmado su ubicación más allá de toda duda razonable.

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FIG. 9. Lienzos y torres del castillo desde el norte. La de la izquierda corresponde a la del Homenaje. 

EL CASTILLO DE JUAN PACHECO Y DIEGO LÓPEZ PACHECO, MARQUESES DE VILLENA.

El futuro Enrique IV de Castilla hizo donación de parte del marquesado con parte de la tierra de Alarcón y el título de Marqués de Villena a favor de su entonces favorito D. Juan Pacheco, en 1445. Sin embargo, Garcimuñoz y otras villas quedaron en poder del príncipe de Asturias, Enrique, hasta que finalmente el propio D. Juan consiguió su posesión al intercambiarlas por la villa de Medellín el 31 de enero de 1449.

El monarca, a instancias de los procuradores del reino reunidos en las Cortes de Córdoba, en 1455 confirmó las donaciones que le había hecho al Marqués de Villena. Se incluían  las villas y aldeas de Belmonte, Alarcón, Castillo de Garcimuñoz, Villarejo, San Clemente, Villena, Almansa, Yecla, Sax, Chinchilla, Albacete, Hellín, Tobarra, Jumilla, Alcalá, Beas, Jorquera, Villanueva de la Fuente, El Bonillo, Munuera,Lenuza, Utiel, Villanueva de Barcarrota, Salvatierra, Salvaleón, Cea y Moguer. Este renunció al señorío de Villena a favor de su hijo Diego López Pacheco, al recibir el maestrazgo de Santiago en 1468

El  castillo emergente del S. XV. tiene una planta de cuadrángulo irregular, con cuatro torres circulares marcando las esquinas. La más voluminosa es  la del homenaje y se encuentra en el ángulo noroeste. Este modelo de planta castellológica basado en un cuadrángulo flaqueado por cubos en las esquinas y torre de homenaje ya se conoce en el S. XIV, con ejemplos como el levantado por Alfonso de Meneses en Montealegre[17] (que también dispone de bastión semicirculares a mitad de cada lienzo) o Cifuentes, construido por el propio infante D. Juan Manuel a partir de 1324[18]. El tipo será el origen de la tipología conocida llamada Escuela de Valladolid[19], a la cual, también se aproxima y mucho, la fortaleza mandada construir por los Mendoza en Torija a mediados del S. XV[20].   

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FIG. 10. Planta del Castillo de Cifuentes (Según Layna Serrano Layna Serrano, 1962, Castillos de Guadalajara)

En el castillo de Garcimuñoz, y sobre la parte norte se habilitó una entrada que se disponía  como patillo de entrada que hace acodo al acceder al patio de armas. Este elemento consiste en un espacio cerrado a cielo abierto en el que un enemigo podía ser detenido en caso de que atravesara la puerta principal[21]. Existe otro ejemplo de este tipo en el castillo de Puebla de Sanabria, constituido en torno  a una torre anterior por D. Alfonso de Pimentel, Conde de Benavente hacia 1455.

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FIG. 11. Patillo del castillo de Puebla de Sanabria y planta del mismo con este elemento señalado según  Juan Martín de Ceremeño, 1776.

El espacio interior se constituía en torno a un patio de armas, rodeado de cuatro pabellones hoy desaparecidos, tal y como permite interpretar ventanales y líneas de mechinales. En el ala sur se encuentra alojada la iglesia parroquial de Castillo de Garcimuñoz, que aprovecha uno de los cubos medievales para alojar un cuerpo de edificación que remata en cuatro aguas a modo de campanario.

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FIG. 12. Planta de la fortaleza del Marqués de Villena en Castillo de Garcimuñoz, a partir de plano de Edward Cooper (1991) Los Castillos Señoriales del S. XV en la Corona de Castilla.

De nuevo citamos las Relaciones de Felipe II,  pues nos sirven para encadenar el origen del castillo actual cuya planta hemos descrito ya al comienzo de este épigrafe. El texto reza lo siguiente:

“Que en esta villa hay una fortaleza entre el norte e occidente, de piedra labrada y argamasa, la cual edificó el maestre don Juan Pacheco, marqués de Villena, sobre la fortaleza antigua de yeso. Encuadra cada esquina un cubo grande, hermoso y bien labrado de cantería. Al uno de ellos llaman la Torre del Homenaje. Tienen todos estos cubos profundas mazamorras e muy bien labradas de sillería. El grueso de todas estas murallas de la fortaleza es de catorce pies32; el altura de toda la muralla es de diez estados33 en alto. El remate es de muy hermosas almenas de sillería de piedra franca sobre obras muertas. Tiene para su defensa artillería de lombardas gruesas de hierro colado, la boca de grandeza de una cabeza de hombre grande. Tiene de cubo a cubo muchas rexas e muy fuertes; la cual obra denota bien la grandeza de ánimo e potencia de su autor…[22]

La puerta de ingreso se encuentra situada sobre un alto desnivel, de casi dos metros altura con respecto a la rasante actual de la calle, sobre el basamento. Hay fotografías de 1979 que demuestran que el acceso desde la calle se hacía a través de una rampa[23]. No obstante, su disposición sugiere la existencia de un foso hoy enterrado, que quizá se salvaba mediante un baluarte elevado desaparecido,  que a su ver daba paso a un puente de madera.

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FIG 13. Portada de la fortaleza en los años 70 del S. XX. Fotografía de Santiago Camacho (AGA, 26 -189 y 26 – 149). Cortesía de Miguel Salas Parrilla.

La portada es el elemento decorativo más significativo del castillo. Se compone de dos partes perfectamente diferenciadas. La parte baja comprende la puerta de ingreso con un arco rebajado, adornado con una orla formando un arco mixtilíneo, en cuya clave se encuentra el escudo de Enrique IV. En el espacio interior de este arco quedan restos de tenantes y armaduras ya desaparecidos.

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FIG. 14. Aspecto de la fachada antes del proyecto de rehabilitación reciente. Detalles de la cámara interior y peneta que sostiene el matacán con decoración hispano-flamenca.

La parte alta de la portada aloja un matacán profusamente decorado. Dispone de una buhedera[24], con cuatro troneras de cruz y orbe y flanqueada por dos escaraguaitas, que descienden y reposan sobre penetas decoradas con pomas y puntas de diamantes separadas por un cordón. Se conserva en mejor estado la de la izquierda. Esa misma decoración de bolas y puntas de diamantes aparece en el paramento interior del arco rebajado sobre la portada[25].

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FIG. 15. Torre de Homenaje y la denominada Torre 29. 

Después de esta vendría el patillo descrito al principio y más allá está la torre de homenaje[26]de mayor diámetro pero compartiendo la misma planta circular con el resto de los bastiones de este castillo. Su interior comprende varios espacios. Un sótano con un aljibe de forma rectangular realizado en ladrillo, recubierto de piedra y con bóveda plana. Sobre el aljibe hay una planta circular recubierta de cantería, que guarda los mechinales de la siguiente planta, que ocupaba todo el resto de la torre, y que se cubre con una bóveda esférica de aproximación de hiladas de ladrillo. Junto a esta estructura y accediendo a ella por el hueco de la entrada, está el cilindro de la escalera de caracol que está ejecutado en sillería y que recorre los distintos niveles. Estuvo cubierto con un pequeño cupulín, hoy desaparecido. En el lado izquierdo de la escalera, pero dentro de la sala abovedada, se conservan restos de las chimeneas y conducciones para el agua que van desde la cubierta hasta el aljibe[27].

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FIG, 16. Cuerpo de fábrica exterior e interior donde se aprecian las diferentes alturas junto a los vanos cortejadores. 

De las estancias palaciegas, solo  nos sirve de indicio las aperturas de los muros y los mechinales de las distintas plantas. Se ha apuntado por parte de Parcerisas Civit  la existencia de una fase constructiva posterior a la parte baja del castillo, que vendría marcada por la línea de bocel superior. Se argumenta para ello la diferencia del tamaño de los mampuestos entre la parte alta y baja, aunque ambos aparejos presentan la misma técnica[28]. Sin embargo, todo el muro parece fruto de un sólo proyecto o momento construccivo.

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FIG. 17. Alambor en la Torre de Homenaje, tronera, fábrica de mampostería concertada y antigua poterna cegada por el propio alambor, lo que cual demuestra que este elemento pertenece a una obra posterior al ejecución del Castillo del Marqués de Villena.

El exterior presenta un alambor[29] sobre escarpa que recorre tanto los cuerpos de fábrica como las torres circulares, que disponen –  entre otros elementos –  las mismas troneras de palo y cruz. La artillería es un elemento indisoluble de los castillos señoriales de la segunda mitad del S. XV. Lo demuestra los informes contenidos en las Relaciones Topográficas de Felipe II, que como hemos visto cita a las Lombardas que se guardaban en este mismo castillo.  En las posesiones del Señorío de  Villena podemos citar las barreras pirobalísticas de las fortalezas de Alarcón y Belmonte. No obstante, este alambor no es de la época de construcción de la fortaleza, sino una obra posterior seguramente ejecutada tras la Guerra de la Beltraneja por  Diego López Pacheco. Las obras de restauración han descubierto una porterna lateral que fue tapiada por esta estructura, lo cual certifica que las mismas no son producto de un mismo proyecto, sino de una relación arqueológica de anterioridad y posterioridad. El refuerzo que supone dicho alambor en la zona baja de la fortaleza, recuerda a innovaciones posteriores a la época de Juan Pacheco. Concretamente a los grandes cubos artilleros que se construyen en la corona de Castilla tras el asalto francés a Navarra de 1521, ya bajo el reinado de Carlos I[30]. ¿Estamos ante un primitivo ensayo de la poliorcética que después de desarrolla en Villalpando (Zamora), Berlanga de Duero (Soria), Grajal de Campos (León) o Navas del Marqués (Ávila)?.

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FIG. 18. Fábrica de la Iglesia Parroquial en el interior del Patio de Armas y aspecto del mismo tras la monda del cementerio en 1976. Desde 1835 hasta 1963, el espacio fue utilizado como camposanto. 

Desde el S. XVI, la fortaleza cayó en el desuso por parte de los Marqueses de Villena, que la acabarían cediéndola para alojar en su patio de armas la Iglesia Parroquial de Castillo de Garcimuñoz. Hoy, el reciente proceso de rehabilitación merece una entrada aparte de blog, con análisis más serios, que vayan más allá de juicios estéticos. Pero lo cierto, es las nuevas estructuras parecen dejar  en segundo plano toda la riqueza histórica descrita. Por ello, el Ayuntamiento de Castillo de Garcimuñoz ha diseñado un itinerario interior con visita guiada, que convierte el descubrimiento de su historia en una experiencia inigualable.

ASPECTO ACTUAL TRAS LA REHABILITACIÓN DE IZASKU CHINCHILLA.

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[1]  Pregunta 29.  Relaciones Topográficas de Felipe II, preguntas fueron contestadas el 16 de marzo de 1579 por los alcaldes de la villa Sebastián de Lara y Julián Castillo y el licenciado Diego Velásquez, gobernador del Marquesado de Villena entre otros

[2] Olmo Enciso (), La Vega Bajo en Época Visigoda: Una Investigación Arqueológica en Construcción, en A.A.V.V. La Vega Baja, ed. Toletum Visigodo, Toledo,  p. 83.

[3] La traducción manejada emplea la expresión muro de adobes que podría inducir a confusión. No obstante, esta fuera de toda duda que se está refiriendo a estructuras de tapial, ya que puntualiza el uso de tableros para la acción de encofrar. Ed. Oroz Reta, J. Marcos Casquero, M.A. y Diaz y Diaz, M. (2004), Etimologías, Edición Bilingüe, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, pp. 1080-1081.

[4] Guilaud, H. P. (2014), Re cursos en la Inspiración Creativa de la Tapia para un Futuro Sostenible, en coor. Mileto C. y Vegas, F. (2014) La Restauración de la Tapia en la Península Ibérica, TC Cuadernos de Arquitectura y E. Argumentum, Valencia.

[5] Ed y trad. de  Ferés, J (1977),   Ibn Jaldún, Al- Muqaddimah, pp. 721-722, cita tomada de Azuar Rúiz, R. (1995), Las Técnicas Constructivas en Al Andalus: el Origen de la Sillería y el Hormigón de Tapial, en coor. De Iglesias Duarte,   V Semana de Estudios Medievales, Najera  pp. 125-142.

[6] Ibn Marzuq (1977)  El « Musnad”: hechos memorables de Abu-l- Hasan, sultan de los Benimerines, ed. de Viguera Molins, Madrid, 1977.

[7] El rey (Fernando) mando facer un castillo de madera, el cual había de llevarse por piezas, entretanto en aquella cuesta [de Albohacén] se fundaba otro castillo de tapias. Seguidamente, como los moros ovieron este aviso, conociendo que si aquella cuesta fuese tomada, ellos estarían oprimidos, é no podrían salir de la cibdad ni guardarla desde dentro como debían, acordaron de fabricar en ella un castillo de tapia. E liuego la primera noche que lo sopieron, puesta gente de armas en la delantera, comenzaron a tapiar sin que se podiesen ver los del real la obra que facian. E luego por la mañana se vido fecho un circuito de tapias… Hernado del Pulgar, (1953) Crónica de Hernando del Pulgar en Crónicas de los Reyes de España, Bibiloteca de Autores Españoles. , Vol. 70, ed. Atlas, Madrid, p. 490.

[8] Parcerisas Civit, J. (2009): Intervención, Consolidación y Conservación Arqueológica en el Castillo de Garcimuñoz, Ministerio de Vivienda, Subdirección General de Arquitectura, Informe inédito consultado en la Delegación de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes en Cuenca.

[9] Expediente de incoación de la Villa de Castillo de Garcimuñoz. 1983. CEC. Garcimuñoz. Se inició el expediente por indicación de la Comisión Provincial del Patrimonio Histórico-Artístico de Cuenca

[10] Salas Parrilla, M. (2010), Castillo de Garcimuñoz en la Historia de España, Diputación Provincial de Cuenca, p. 121.

[11] López Melón (2010), Informe Preliminar de la Intervención Arqueológica en el Patio de Acceso del Castillo de Garcimuñoz, (Cuenca). Informe inédito depositado en los Servicios Periféricos de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Delegación de Cuenca.

[12] Ver por ejemplo, Jiménez Esteban, J. (1975) Valeria, Alarcón y Garcimuñoz. Asociación Española de Amigos de los Castillos, Madrid. 

[13] La escritura se otorgó en el Castillo, el 11 de mayo de 1326. Real Academia de la Historia, Salazar y Castro, M-8 fols. 10-10v

[14] Parcerisa Civit, (2009)  op. cit.

[15] Hervás, M.A y  Retuerce, M.  (2005): La Medina de Calatrava la Vieja en el s. XIII. Una primera aproximación, en Arqueología y territorio medieval, 12.2,  Jaén, pp 147 – 188.

[16] Archivo del Reino de Valencia, Maestre Racional, 9602, fols. 42-43, Tomado de  Petrel Martín y Rodríguez LLopis (1998) El Señorío de Villena en el S. XIV, Instituto de Estudios Albacetenses  p. 192

[17] Cooper, E. (1998) “Los Castillos de Castilla en el S.XIV: Un Esquema para su Estudio”, en A.A.V.V. “El Castillo Medieval Español. La Fortificación Española y sus Relaciones con la Europea”. Fundación Ramón Areces, Madrid

[18] Cobos et allí (1997), “Castillos y Fortalezas”.  Ed. Edilasa. Valladolid 1997

[19] Cobos et allí (1997), Op. Cit.

[20] Herrera Casado, A. Castillos y Fortalezas de Castilla La Mancha,  Ed, Aache, Guadalajara 2002

[21] Cobos et allí (1997), Op. Cit.

[22] Pregunta 29.  Relaciones Topográficas de Felipe II, Op. Cit.

[23] Rivas Quizanos y Rene Sagrista (2003) Memoria Histórica del Castillo y Villa de Castillo de Garcimuñoz”. Proyecto Arquitectónico para Centro Cultural en Castillo de Garcimuñoz, depositado en la Delegación de Cultura de Cuenca.

[24] Buhedera : Orificio en el intrados de los pasajes de acceso para defensa, contra el forzamiento de los mismos por hostigamiento cenital. De Mora y  Figueroa, L. (1994) Glosario de Arquitectura Medieval Defensiva, Cádiz.

[25] Rivas Quizanos y Rene Sagrista (2003). Op. Cit.

[26] La torre de homenaje es un elemento que se consolida en el S. XV dentro de la poliorcética castellana; de más 350 castillos de este y el siguiente siglo que Cooper estudia, sólo una veintena carecen de un equivalente a ella. Dotada de un carácter simbólico, su mismo nombre lo indica, pues era el lugar destinado a  la celebración del Acto de Homenaje. Al contrario de lo que se piensa habitualmente, era el acto de pleitesía del Alcaide del castillo a su Señor. No obstante los fines principales de la torre eran  amedrentar dominar, y de fracasar estos aspectos, defender.

Copper, E (1991),  Los Castillos Señoriales en la Corona de Castilla,  2ª Ed. Salamanca

[27] Rivas Quizanos y Rene Sagrista (2003). Op. Cit.

[28]  Parcerisa Civit, J. (2003) Documentación Arqueológica de las Estructuras del Patio de Armas del Castillo de Garcimuñoz. Informe inédito depositado en la Delegación de la Consejería  de Cultura de Cuenca.

[29] El Alambor es un talud en la zona baja de las murallas y torres, para reforzarla, mantener a distancia a las maquinas de asalto, provocar el rebote de los proyectiles y reducir ángulos muertos.

De Mora y Figueroa (1994), Op. Cit.

[30] Cobos et allí (1997),  Op. Cit.